Reginaldo Haro-Flores sabía que terminar la universidad iba a ser una batalla cuesta arriba.
Ya que fue el primero en su familia en asistir a la universidad, enfrentó desafíos para pagar la colegiatura, comprar libros y otros materiales y balancear un trabajo mientras seguía ayudando a mantener a sus padres, quienes cuestionaban el valor de una educación universitaria.
Haro-Flores se inscribió en la Universidad del Norte de Colorado (UNC, por sus siglas en inglés) en 2016, junto con una creciente cantidad de coloradenses latinos que se encaminaron a la universidad en la última década. Pero como muchos en su generación, Haro-Flores nunca completó sus estudios, lo cual contribuyó a una brecha persistente en la graduación universitaria.
Aunque un grupo más diverso de estudiantes se inscribió en la universidad, las brechas étnicas y raciales de Colorado entre los estudiantes con licenciaturas y estudios de posgrado casi no cambió entre 2010 y 2020, según datos del Censo.
Las brechas son aún mayores entre las personas que están cursando estudios superiores. En 2020, casi el 60 por ciento de los residentes blancos tenía algún tipo de certificación universitaria, incluidos certificados industriales. Pero solo el 38 por ciento de los residentes negros y 25 por ciento de los residentes latinos lo tenían.